Sin tiempo, así nos movemos nosotros… así creamos nosotros… así tratamos de vivir los sin nombre. Algunos estamos siendo preparados para el mercado laboral, otros ya somos parte de él… en la mañana reconstruimos la rutina que vimos con tanto asco en nuestros padres y madres, en nuestros familiares, en la televisión. En la noche tratamos de disimular el dolor con la comunicación, con la interacción, con el sueño, con los sueños, con la muerte más corta registrada en el libro de la historia… unas horas en coma, para luego repetir la popular rutina de las clases sociales en Bogotá, en Colombia, en Latinoamérica.
El fuego, los choques y los encierros solo se reducen a los discursos previamente elaborados por los adolescentes anticapitalistas, las revueltas siempre serán recordadas dentro de varias canciones que enmarcan y encierran el verdadero significado de las muertas. El anarquismo o lo que quiera deducirse de su significado, se dispersa en discusiones que terminan con varios cuerpos replanteando su existencia o con nuevas definiciones para el diccionario de los ilustrados de la revolución, los pintores de la verdad, los maestros de los mancos y los ciegos, las obreras de la reconstrucción social que sin darse cuenta edifican sus ideas sin recoger de la basura, la verdadera razón de una lucha social.
Detener el progreso, ahuyentar el desarrollo, destruir la civilización, Bla, Bla, Bla… amamos estas frases y las defendemos en cada estrofa, en cada debate, las argumentamos con aires utópicos, de sueños que alguna vez nos robamos en la tienda del punk, en el mercado anti sistema… pero ¿donde está la piedra que detendrá la producción? o ¿donde están los cambios sociales? ¿Donde se reproducen las ganancias de nuestros deseos?… en realidad creemos que aun están en el libro que no terminamos de leer… el libro de la excusa… específicamente en el artículo de la confusión… de la individualidad colectivista o la colectividad individualista… dentro de un bello capitulo que nunca termina, el de la adoración, la superioridad y el fracaso de los príncipes.
Cada paso que damos, se refleja en el dolor de vivir en esta ciudad, cada salto que damos fuera de ella intenta convertirse en momentos de vida pura… que aghhh mierda… nos ayudan a darnos cuenta de que allí, está un poco mas podrido que acá y que en esa otra esquina, la belleza nos enamora y nos tapa los ojos a otra porquería más absurda que la que estamos viviendo en Bogotá.
Pero… nuestros sentimientos… florecen como ratas de un huequito en tu edificio… sucias, hediondas y casi muertas, pero viven… como en nuestro corazón… el amor o el intento de ser él en estos cuerpos. La belleza más allá de los huesos y la carne, la sexualidad que se desliza por las venas de la emoción, la confianza, la amistad de las hojas con su tallo… así sentimos, así recordamos y odiamos. Construimos en instantes de menos de medio segundo la esperanza de las niñas en el parque.
Eso sucede, mientras las uñas se siguen arrancando indiscriminadamente por el acero de la retorcida mediocridad, de la inmensa escultura de la sociedad… tortura, un miedo… un compromiso y se callan o hablan, shocks, patadas, penetraciones, bocas cerradas, bocas abiertas, tres en donde cabe uno… dentro de la tierra están las familias o los creyentes en dios… dios, patria y orden.
Basta de volar… la sangre ya nos está llegando a las rodillas mientras nos deprimimos, nos divertimos o tal vez nos comportamos de acuerdo a la siguiente excusa que salga en otra letra musical… otra poesía… otro plan de fin de semana… otro dibujo, otra compra, otra relación, otra borrachera, delirio y olvido en el fin de semana; en serio basta de volar o de arrastrarse, o de escribir.
Muéstranos las manos, no vamos a pelear, las vamos a cortar, vamos a derretir el intenso susurro del tiempo, de la cuenta regresiva y con menos libros en la cabeza, nos atrevemos a escupirles los labios amigos y amigas, queridas están invitados a robarse su vida antes de que esta se les acabe. Veremos que abrazados en jardines de cáncer democrático, daremos la bienvenida a la nueva cara del podrido poder económico mundial con sede en el palacio de Nariño.
Y si, somos capaces de criticarlos a ustedes… pero también somos capaces de enfrentarnos a nosotros mismas. En ocasiones valoramos todo esto… este papel, a las personas que construyen y destruyen y a las que no hacen ni mierda y a lo que queramos matar y efectivamente el ayer no los robo... pero es allí donde la violencia nos enamora de la vida… la muerte hace que reaccionemos frente a este espejo, pero es incomodo este método… así que será mejor leer nuestras cicatrices y desechar la realidad como se concibe por los ojos de las personas.
En la calle, el infierno-no mentira… nos vemos ya.